La Maroma, una tradición mesoamericana

“Maromaproviene del árabe mabruma”, que refiere a la cuerda vegetal, torcida o retorcida y dio nombre a la danza que se realiza en ella: la de maromeros. Es una disciplina poco conocida y valorada en México, pese a tener un profundo arraigo en Mesoamérica. Mientras en otros países es común ver figuras femeninas sobre la cuerda, en México la practican mayoritariamente los hombres.

Se trata de una expresión espectacular, ritual y festiva ejecutada por artistas campesinos indígenas y mestizos en las regiones rurales del sur de México con dos fines: religioso y agrícola. Incluye acróbatas, equilibristas, payasos, trapecistas, músicos y se lleva a cabo durante las fiestas patronales de Oaxaca (Mixteca, Sierra Mixe, Costa Chica), Guerrero, Puebla y Veracruz.

Permite la cohesión social de los pueblos que la practican al ser una celebración comunitaria. Ser maromero implica gran respeto: al cumplir con los ayunos, con el tequio comunitario, danzar para el santo patrón y subirse a la cuerda.

Sacar la Maroma de su contexto equivale a distorsionarla, alerta la etnofunambulista e investigadora Charlotte Pescayre, quien agrega que esta práctica tiene un significado distinto según cada pueblo, aunque hay un simbolismo entre el cielo, la tierra y el inframundo siempre presente en las culturas mesoamericanas”.

Por ejemplo, entre los nahuas de Guerrero se inscribe en las danzas hechas en fiestas importantes que responden al ciclo agrícola para pedir lluvia y cruzar la cuerda simboliza el paso por el purgatorio, mientras entre los zapotecos del sur de Veracruz obedece a una fiesta para agradecer a la virgen por las cosechas.